Por Alberto Lati, 22 de enero, 2018
Las Chivas llegaron a Aguascalientes entre clamores de depresión, de cambio de ciclo, de hecatombe, y noventa minutos después dejaban la cancha en medio de optimismo y esperanza.
¿Qué pasó? No demasiado: un partido tan circunstancial como el que una semana antes perdieron a manos de Cruz Azul, sólo que esta vez, ya por fortuna o mera puntería, lo ganaron.