Por Alberto Lati Febrero 11, 2014 1:17 am
Podemos imaginar al aficionado cementero envuelto en numerosos retos para probar que aún cree: si sacrificios de lo que más costó tener, si aperturas de mares para huir, si resurrecciones, si seguir a un nuevo profeta…, sólo que esta fe ha tornado por demás desafiante.
Ser líder general con su mejor inicio de temporada desde que se instauraron los torneos cortos 18 años atrás, no basta. Tampoco acumular dieciséis de dieciocho puntos posibles, contar por mucho con el mejor ataque (más de dos goles por partido) o tener también la más sólida defensa (apenas dos tantos recibidos en más de quinientos minutos disputados). No basta por los antecedentes. No basta porque para que un cruzazulino vuelva a creer, hace falta estar levantando el trofeo de liga: ni un segundo antes osarán sentirse campeones o reyes de algo, que ya saben cómo se las gasta el cruel destino.