Por Alberto Lati 18 de marzo, 2016
La foto que se ha hecho célebre, muestra el tipo de caos que rodea a lo que nunca ha sucedido: un niño con suéter color mamey y los ojos tapados por una mascada blanca, introduce la mano derecha en una especie de urna. A sus espaldas pueden verse varios rostros encimados, algunos emocionados, otros ansiosos por ver el resultado, el resto de plano tensos.