Cuanto solían decir las ruinas de Olimpia, cuanto clamaban esas columnas dóricas del Templo de la diosa Hera, cuanto enfatizaban esas placas de marmol que antiguamente marcaban inicio y meta de las carreras, se vio diluido este jueves.
Y es que sin gente no podía resultar igual el mensaje de ese, que es el padre de todos los estadios –la carrera pedestre en Olimpia a la que me he referido, consistente de 183 metros, era llamada stadion, de ahí el nombre en la mayoría de los idiomas para los inmuebles deportivos.