Por Alberto Lati, 02 de Noviembre, 2018
El mismo ceño fruncido que le conocí cuando era jugador, la misma obstinación en repetir hasta el agotamiento cada jugada en el entrenamiento, la misma ansiedad por mejorarse a diario y no darse jamás por satisfecho, los encontraría años después en Ricardo Peláez cuando fuimos compañeros en la televisión.