Por Alberto Lati 26 enero, 2015
El discurso esta vez es diferente. Los aires de impecabilidad que suele presumir la NFL, la apropiación del orgullo nacional, el puritanismo estadounidense sostenido –vaya paradoja–, de uno de los deportes con más complicada relación con los mundos del dopaje, las apuestas y el machismo, hoy no lucen tan firmes…, y la razón son unos balones desinflados.