Lo que no puede ser normal"/>

Lo que no puede ser normal

Y, de pronto, el cerco de tolerancia hacia la violencia nos ha sofocado. De tan pegados a nosotros sus bordes, ahí nos hemos enclaustrado. Tanto, tantísimo, como para pretender normalizar o ver como asunto no tan grave que una panda de pseudoaficionados acuda a amedrentar a futbolistas a las afueras de sus campos de entrenamiento

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