Por Alberto Lati 03 de febrero, 2016
La estricta teoría indica que quien más ha ganado, menos sabe cómo comportarse al perder, que la sonrisa en el máximo pedestal tiende a traducirse en indignidad al haber tropezado, que el favorito y eterno campeón padece más al no cumplir con los pronósticos; en definitiva, que, bajo pretexto de ser triunfador y no conformarse con nada más, una jornada de desilusión ha de cerrarse sin modales ni respeto.