Por Alberto Lati 15 de julio, 2016
El listado de los futbolistas más caros siempre me ha intrigado: porque normalmente no se compra presente sino futuro, dinerales al servicio de poco predecibles desarrollos y eventualidades; porque en la valoración del jugador se suele incluir el poder de mercadotecnia, venta, posicionamiento, merchandising; porque, como punto de partida, está implícito el sinsentido de pagar por un humano, sumas que la abrumadora mayoría de los mortales no veríamos ni en varias vidas.