Por Alberto Lati 03 de octubre, 2016
En un oficio cada vez más marcado por estridencia, delirio de persecución y egolatría, Enrique Meza siempre ha sido diferente: por su serenidad, por sus modales, por la humildad en su discurso.
En un oficio cada vez más marcado por estridencia, delirio de persecución y egolatría, Enrique Meza siempre ha sido diferente: por su serenidad, por sus modales, por la humildad en su discurso.