Por Alberto Lati 12 de noviembre, 2016
Para algunos privilegiados, el tiempo se congela. Para algunos disciplinados, la eternidad se hace con balón.
Vemos una imagen de mediados de 1999; es la final de la Copa Confederaciones, México contra Brasil, en el Estadio Azteca. Con el mismo número cuatro tricolor y con la misma capacidad para desprenderse de su área para clarificar el juego, Rafael Márquez pasa de la media cancha y sirve a Cuauhtémoc Blanco el que será el gol mexicano de la victoria, del título, de la primera coronación en torneo oficial.