Por Alberto Lati 27 de marzo, 2017
Resulta extraño un país que brinca tan pronto de la más mordaz crítica a la más intensa (y efímera) adoración.
Quizá por ello el común de los héroes futbolísticos mexicanos, cerró su carrera con rencores no superados, con heridas mal cicatrizadas, con semblante desconfiado y ojos en perpetua alerta; ya se sabe, aquí las flores se lanzan con maceta, a la más sonora ovación seguirán sin transición la burla y el abucheo, nada más sospechoso que un triunfador.