Por Alberto Lati, 21 de junio, 2017
Por como se presentaba el partido de recalificación para Brasil 2014, cualquiera podía pensar que la selección rival del Tri era alguna potencia mundial como España, Argentina o Alemania. De ninguna forma, ese humilde representativo neozelandés, semiprofesional, sin siquiera una liga formal en su país, cuya afición se aproximaba a su partido más relevante del cuatrienio con más curiosidad que pasión, que se paraba en esa ronda clasificatoria tras golear a islas como Tahití, Vanuatu o Samoa.