Por Alberto Lati, 30 de junio, 2017
Sea pronunciado, sea deletreado, cuesta trabajo el apellido Goretzka.
Enigma todavía más complejo cuando se abre una jornada histórica con la mente en otro lado, cuando se sale del vestuario varios minutos después de que el árbitro pitara el inicio, cuando sucede al jugador de élite lo que al aficionado demorado por estar distraído o comprando algo: ocho minutos más tarde, el Tri despertaba despeinado y condenado; ocho minutos más tarde, nos resignábamos a no hacer historia sino, por enésima vez, a repetirla.