Por Alberto Lati, 08 de febrero, 2018
Quitar al futbol el esquema de ascenso-descenso es, nada menos, quitarle el motor de competitividad.
Así de grave. Más allá del abuso en todo sentido a los equipos que componen las divisiones menores, más allá del daño económico a miles de personas que viven de este deporte al margen de la máxima categoría, más allá del golpe frontal, directo, alevoso, impune, a tantas aficiones que sueñan con ver en otro circuito a su club, la propuesta que será analizada (y, acaso, inevitablemente aceptada) es un balazo al pie propio: a la corta, a la media y a la larga, va en contra de su carga competitiva, de su nivel, del espectáculo que se ofrece.