14 de diciembre, 2018
La cara futbolera de la especulación inmobiliaria está en los préstamos de jugadores: elementos que no interesan al club dueño, que lo más posible es que nunca lleguen a portar ese uniforme, que sólo se mantienen en propiedad por mero afán de elevar su precio y revenderse (porque, revisado con detalle, es evidente que una ínfima minoría termina por volver a casa para al fin jugar.