Por Alberto Lati 01 de marzo, 2017
Todavía no caía el gol de Andrés Iniesta en la final del Soccer City y Sudáfrica ya había clamado su voluntad de albergar unos Juegos Olímpicos. Como si tanto le hubiera redituado ese Mundial (luego sabríamos: su deuda externa casi se duplicó de 2009 a 2013), sus autoridades enfatizaban la urgencia de recibir cuanto antes el fuego de Olimpia.