Por Alberto Lati, 17 de junio, 2017
Sitios en lo que todo es más complejo y no por ende menos especial, o puede que por eso más especial.
Rusia, quizá por ser donde termina la civilización de Occidente o por, como muchos locales aseguran, ya no pertenecer a Occidente; quizá por su frontera que lo mismo toca Polonia que Mongolia que Japón; quizá por sus paradojas al pasar de comunismo al más voraz capitalismo; quizá por muchas cosas más, incluido su irrefrenable orgullo patriótico, siempre se contemplará distorsionada por densa bruma: de incomprensión, de suspicacia, de extrañeza, de temor.