Imaginen al piloto de un rugoso coche, con el que solía rebotar sobre calles de terracería, sin enterarse de que su vehículo fue acondicionado para acelerar con explosividad y elegancia. Así luce hoy el Atlético de Madrid.
Tras toda una vida asumiendo que su plantel y sus posibilidades europeas eran sustancialmente inferiores a las de sus vecinos del Real Madrid, hoy no quiere darse cuenta de algo evidente: que ya dispone de mejores jugadores que los merengues e incluso que varios otros gigantes continentales como, por ejemplo, el Barcelona.