Por Alberto Lati 15 de marzo, 2016
Desde que un grupo de ingenieros franceses tuvo en 1887 la osadía de iniciar la construcción de la Torre Eiffel, todo en París tomó a la imponente estructura como marco de referencia.
Lo grande, lo alto, lo estrafalario, lo megalómano, lo exagerado, lo desafiante, se mide desde entonces bajo analogía con esa Torre (en un inicio incluso lo vulgar, con aquel manifiesto de artistas franceses: “protestamos con toda nuestra fuerza, con toda nuestra indignación, en nombre del gusto francés, ésta inútil y monstruosa Torre”).