Por Alberto Lati, 19 de febrero, 2018
Todo lo que no implique eliminatoria directa y partido único, representa una traición para el concepto del torneo de copa, para la garantía de emoción, para genuinas opciones de sorpresa.
En México se ha creado un ente tan absurdo que no merecería ser llamado copa; no sólo por acontecer dos veces al año (algo suficientemente inexplicable), sino también por esa soporífera fase de grupos de la que avanza la mayoría. En España, otro craso error, se buscó proteger a los grandes al dotar las eliminatorias de ida y vuelta.